

TERREMOTO INFERNAL
Por Héctor José Corredor Cuervo
Hoy Haití es cual hoja a la deriva
que se hunde entre las aguas del dolor
y que implora tan solo al Salvador
un diluvio de afecto desde arriba.
Entre sombras de olvido se marcharon
miles de almas a conversar con Dios
y a pedir por los seres que quedaron
gran comprensión para escuchar su voz.
En las calles se sienten alaridos
de la vida escondida entre bastiones
pidiendo protección de los heridos
y un mendrugo de pan a las regiones.
En praderas camina la agonía
buscando agua para calmar la sed
y solo encuentra la parca en la vía
que le brinda el acíbar de su red.
Allí quedaron solo los escombros
de un gran pueblo ahogado en la miseria
que levanto a Colón sobre sus hombros
y que ofreció su mano a toda Iberia.
¡Auxilio!, ¡Auxilio!, ¡Auxilio!, hoy es el grito
que retumba con eco en las naciones
para que vuelva a su nido el chorlito
sin temor a temblores y a ciclones.
12 de enero de 2010. Al pueblo de Haití con motivo del terremoto devastador ocurrido en la fecha en cual el mundo pudo apreciar el dolor de un pueblo que se ahoga entre mares de olvido, de sangre, de miseria y de corrupción.
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