jueves, 18 de junio de 2020

¡CÓMO TE EXTRAÑO, PAPÁ!


Por Héctor José Corredor Cuervo 

 

Ayer que te vi partir

en final viaje hacia el cielo

empecé yo a sentir

la soledad como el hielo.

 

El sonido de tu voz,

que traía buen consejo,

en su atardecer precoz

se esfumó con el cortejo.

 

El faro que fulguraba

en la noche más oscura

y que en la cima brillaba

a lo lejos ya no alumbra.

 

Los espejos de tus ojos,

donde se miraba el alma

se fueron con los despojos

y perdí toda la calma.

 

Los mimos y las caricias

que venían de tu mano

dejaron de ser albricias

para este ser humano.

 

La abundancia de comida

que en nuestra mesa existía,

ya no sustenta mi vida

ni siento misma alegría.

 

El huracán de tormenta

y que en esta vida apura

es el que ahora alimenta

mi cuerpo en la desventura.

 

Ahora estoy solitario

perdido entre fatal bruma

cual bajel sin operario

que se hunde como la espuma.

 

 


¡CÓMO TE EXTRAÑO, COLOMBIA!

Por Héctor José Corredor Cuervo

Cuando salgo de mi Patria

y piso un extraño suelo,

me hace falta la alegría

y se me entristece el cielo.

 

Me hacen falta la familia,

el consejo del abuelo,

la radio con melodía,

el porro, el sanjuanero,

el mapalé y la cumbia,

el joropo del llanero,

la voz de la Momposina,

el ciclismo de primero,

la tonada campesina,

el fútbol del cinco a cero.

 

Me hacen falta la sabana,

la costilla de cordero,

la mazamorra con panela,

el compañero sincero,

el buen postre de la abuela,

la bondad del pordiosero,

la pulpa de la pitahaya,

el desfile silletero,

el jugo de tamarindo,

el asado tolimense,

la ciclovía del domingo,

el cocido boyacense.

 

Me hacen falta el manjar blanco,

la alegría de los viajes,

el aguardiente de estanco,

el pandebono en peajes,

el roscón con gaseosa,

el transporte de equipajes,

la partida cariñosa,

la belleza de dos mares,

las tiendas de las esquinas,

el tinto suave y caliente,

los chismes de las vecinas,

la ternura de la gente.

 

Me hacen falta las trovas,

el reinado del bambuco,

el concurso de bandolas,

la guabina de Arcabuco,

el frío de cordilleras,

las artesanías con greda,

el carro de balineras,

la bella iglesia de sal,

el desfile de balleneras,

las flores de mi rosal,

la cometa colombiana.

 

Me hacen falta el jipijapa,

el sabor de mejorana,

los amasijos de Paipa,

el abrigo de la ruana,

la música de los buses,

el paseo en transmilenio,

el cerro de las tres cruces,

el conductor de buen genio.

 

Me hace falta el rock de parques,

los paseos al arroyo,

el Nobel García Márquez,

Manuel Elkin Patarroyo,

los bocadillos veleños,

el reinado de belleza,

el acento del sureño,

el navegar en represa,

la chispa del antioqueño,

la gente con su nobleza,

las esmeraldas de ensueño.

 

Me faltan el arroz con coco,

el friche de La Guajira,

las arepitas de choclo,

los bizcochitos de achira,

el cantar del diostedé,

los paseos en la chiva,

el cerro del Pacandé,

las canciones de Shakira,

el trato del “su merced”

los poetas con su lira,

la hormiguita colona,

la subida a Monserrate,

el plato de la lechona

y el tamal con chocolate.

 

 

Colombia:

Cómo me duele sufrir,

cuando estoy en tierra extraña,

tan solo deseo vivir

para morir en tu entraña.