lunes, 22 de junio de 2009

A NICARAGUA


Enseñar a disparar…, pero no a disparar
proyectiles oxidados sino ideas, inquietudes.
Ernesto Cardenal

A NICARAGUA

Por Héctor José Corredor Cuervo


Tierra de Tomás Ayón
historiador con nobleza
que le entregó a la nación
el hálito de grandeza
entre antorchas de razón
con gran valor y entereza.

Edén de Rubén Darío
de belleza insospechada
como el volcán en estío
que lanzó ceniza y lava
el cual formó el gran río
con la poesía castellana.

Huerto feraz de oblaciones,
aromado por las flores,
donde crecen ilusiones
de libertad sin rencores
para abolir las pasiones
de corruptos y habladores.

En su suelo está sembrado
el gran árbol de Mendieta
quien luchó como soldado
con la pluma de un asceta
por la unión de los estados
de toda Latinoamérica.

Hoy es ejemplo en la Tierra
de paz y de convivencia
por silenciar la cruel guerra
auspiciada por potencias
en la que el pueblo sufriera
sin piedad y sin clemencia.

¡Salud, pueblo valeroso!
con sentimientos altruistas
que ahogó al ambicioso,
a confundidos y autistas
en el cauce armonioso
en un río de idealistas.

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