DESPIERTA, AMÉRICA
Por Héctor José Corredor Cuervo
Con alma pura entre barrotes oprimida
por los vendavales de invasión y de violencia,
una pluma empuño con la mente confundida
para escribir a un pueblo que vive en inocencia,
que vive muerto en la vida y con la fe perdida
entre los sueños con caracteres de inconsciencia
mientras los saqueadores penetran la ventana
arrasando las costumbres y la lengua hispana.
Quisiera que el arpa eolia callara sollozos
de hombres y de mujeres que ven morir la Tierra,
que abandonan la patria con paisajes hermosos
donde miraron la luz del cielo en vez primera,
donde quieren apagar para siempre los ojos
en medio de jardines de amable primavera
sin tener que sufrir el horror de la cruel guerra,
gozando los amigos y la familia entera.
América de soles, de estrellas y luceros,
que dormita entre las llamaradas de violencia,
prendidas por los corruptos y los mohatreros,
despierta ahora y deja ya la cruel indolencia;
mira los ladrones en ciudades y potreros
robando al indefenso sin ninguna clemencia
y jurando ante Biblias defender la riqueza
de la gente indefensa que muere en la pobreza.
Cuando miro las calles, me aterra la existencia
de los enjambres humanos con mirada mustia,
que corren como ríos buscando subsistencia
para hijos y abuelos que esperan con angustia
un mendrugo de pan y de Dios benevolencia
mientras observan a tantos que plenos de astucia
se se enriquecen fácil comprando a menos precio
los bienes de los pobres con un dinero sucio.
Entre las nubes se ve que una guerra amenaza
a todos los países de la América Hispana
por gigantes que quieren extender su tenaza
para imponer teorías que alaban con gana
engullendo la historia y secretos de una raza
que vive libre cual sonido de la campana
y que cree en el juicio sin emplear las armas
construyendo trincheras de ideas y palabras.
¿En dónde están los hombres valerosos y nobles,
como Martí o Bolívar, soñadores de unión,
que entregan toda la vida y mueren como robles
al pie de un estandarte y usando la razón?
¿Dónde están las mujeres amantes de los pobres
que dan sombra y luz a luchadores con pasión,
para alcanzar con la fe, la gloria con honores,
entre velos de amor, de caricias y de flores?
¿Por qué no dejamos de sufrir tanta agonía
y luchamos todos con tesón y transparencia,
para ver reflejos de la luz de un nuevo día
y conseguir la unión de latinos sin pendencia?
Es hora de salir de la absurda fantasía
arreglando entre hermanos ligeras diferencias,
para llenar cielos con destellos de alegría
al estrechar los brazos sin odio y sin falsía.
Es tiempo de que abramos misteriosas fronteras
para así ver las luces de nuestra libertad
y sembrar alegres semillas en sementeras
con herramientas de amor, justicia y equidad,
para gozar de la paz y amistad verdadera
en caminos de unión, con honor y lealtad
y sentir el orgullo de una imponente raza
que con inteligencia los conflictos rechaza.
¡Despierta, ya, América, y deja la indolencia
12 de octubre de 2001
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